¡Tachan! Mi tercera mudanza española se acaba de cumplir! Uff y uff. Echaré de menos algunos rincones de mi casa. No sé si mas por la casa o mas por el tiempo que dediqué para hacerla verdaderamente mía. O por los zapatos que me servían de martillo cuando estaba montando todos los muebles, y también por las charlas en esa ventana con la cerveza bien fría, y por los panaderos de abajo, y… y ya está. Cerramos la puerta. En un mes lo vendí todo menos mi apellido (solamente porque es demasiado difícil como para venderlo por wallapop 😉 ) y me mudé a un espacio mucho más reducido y sin ningún lastre (quien prefiere- sin bienes).Dejé la bici, la radio y la mesa que la hemos hecho juntas con mi madre. Y, ¿sabes qué? Eso está genial. Te reinicias. No son decisiones fáciles y casi nadie las toma porque sí. Por inercia tenemos mucho apegue a los trastos y queremos vivir lo que ya es conocido. ¿Reflexión? Ojalá lo hiciéramos más. Atreverse a deshacerse. Y luego que te juzguen si quieren. Que sí, que no pasa nada. Tanto nos preocupamos por aparentar y por el “que dirán” como si eso cambiaría de quien nos enamoramos y que chistes nos hacen reír. Afortunadamente no. Aparentar no sirve. Ni para ser más super princesa ni más macho ibérico. Simplemente no sirve.
A mí me emociona la gente que, más que cualquier otra cosa, tiene vida en su vida, los que tienen historias que contar, los que no paran pero siempre tienen tiempo para todo y no se molan. Los que tienen nuevas ilusiones y planes, los que son fieles a sus valores y sus obligaciones, arriesgándose a no recibir nada a cambio. La gente que no vive a medias, y que vive su vida, no la que los demás le dicen que viva. Y que nunca me falten ejemplos a seguir y que siempre estén cerca. Eso es vivir señores. Y hay que vivirlo todo.
¿Y esa puerta? La siguiente por abrir. A ver que trae…
La Grusky
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